Todas las superficies ópticas producen reflexión, es decir, cuando la luz incide sobre las lentes parte de esa luz se refleja, producen molestos brillos, deslumbramientos y pérdida de contraste. Con el tratamiento anti-reflejante conseguimos mejorar en muchos aspectos:
- Eliminan los reflejos en un 99%. Esto significa que son más transparentes tanto desde el punto de vista del que mira a través de ellos como desde el punto de vista de las personas que nos están viendo con las gafas puestas.
- Mejoran ligeramente el contraste.
- Disminuyen la fatiga visual: picor, ojos rojos, escozor…
- Son más estéticas. Reducen significativamente la reflexión de la luz sobre las lentes permitiendo así que los ojos se vean (aún con las lentes puestas).
- Actualmente son más fáciles de limpiar que hace años. (si llevan tratamiento hidrófobo y repelente a la suciedad que incorporan actualmente la mayoría de estas lentes)
- Reducen los reflejos en conducción nocturna.
- En cristales progresivos deberían ser obligatorios ya que por el diseño de este tipo de lentes sino se utiliza el tratamiento anti-brillos pueden aparecer reflejos e incluso imágenes dobles parásitas derivadas de un prisma que llevan incorporado este tipo de cristales.